Es una de las protagonistas de “Esperanza”, la teleserie de TVN que va a la hora de almuerzo y que logró abrir con éxito un nicho nuevo. Además, integra el elenco de la nocturna de marzo. Guapa, dulce y analítica, Ingrid Cruz habla de su familia, de la dolorosa pérdida de su hijo y de sus nuevos proyectos.
Por: Carolina Honorato / Fotos: Ronny Belmar / Maquillaje y pelo: Josefa Inostroza
para Estudio de Maquillaje Tere Irarrázaval / Agradecimientos a la Ilustre Municipalidad de San Esteban por locación, Casona La Ermita.
Lo primero que resalta en Ingrid Cruz es la suma de su color de ojos con la intensidad de su mirada
. Esta talentosa actriz se encuentra hoy en un muy buen momento, luego de haber recorrido en varios aspectos los dolores de la vida.
Nació y creció en Antofagasta, y tuvo una infancia complicada. A su padre lo dejó de ver a los 15. Se reencontró ya de grande, conoció a toda una familia nueva y luego él murió. Con los hijos de su padre, hoy no habla ni tiene contacto.
Entre medio, conoció al amor de su vida. Leonardo Scheinffelt, con quien lleva seis años y tienen una hija, Emilia, de cuatro. El 2009 volvió a quedar embarazada. Era Ian. Pero a los seis meses no lo sintió. En cosas de horas, supo que el corazón de su hijo había dejado de latir. Eso la arrastró al abismo, a la locura, a un estado de shock enorme y profundo.
Hoy ya está bien. Reconoce que no le fue fácil, pero asegura que gracias a Leo y a su hija, hoy volvió a sonreír.
La muerte
Ingrid Cruz siempre ha sido una tremenda mujer: profunda, agradecida, sencilla, valiente. Tiene un carácter intenso y apasionado. Ama con locura la familia que formó y está consciente de ello.
“Terminé la teleserie ‘Cuenta conmigo’ y me di cuenta después que estaba embarazada. Fue un embarazo feliz, reposado. Y un día me sentí mal. Fui a la clínica y mi pesadilla comenzó. Mi hijo murió en mí y eso es terrible. Se me vino encima una locomotora gigante que me atropellaba y me atropellaba. Recién sentí el dolor días después. No entendía nada… Mi guagua murió el 19 de octubre de 2009”.
Aún se emociona. No le es fácil hablar del tema. No lo entiende. “Pasé varios días dopada. Solo me acuerdo de haber abierto y cerrado los ojos. Mi nivel de desesperación fue tremendo. Enloquecí”.
Confiesa que en ese tiempo Leo solo se dedicó a ella. Fue un mes de dolor inenarrable. “Yo me destruí. No tenía fuerza para pararme. Quedé mal física, emocional y sicológicamente. Todo me botaba. Y Leo siempre estuvo ahí, conteniéndome, parándome, deteniendo mi cabeza. Leo no tuvo tiempo para estar mal. Yo no estuve para él y estaba sufriendo igual que yo. Doy gracias a Dios por el hombre que tengo”, dice.
–¿Cómo reaccionó tu hija Emilia?
–Como una luz maravillosa. Ella nos enseñó. Nunca entendí por qué nos pasó esto a nosotros, que somos buenos papás, que queríamos… Tenía ira. Perdí la fe y la Emilia me la devolvió. Yo no sabía qué debía entender.
–¿Y lo entendiste?
–No creo que haya un “para qué”, no creo que Dios te mande estos castigos para aprender. Siento que las cosas son, y cuando uno deja de buscar el “para qué”, se empieza a sanar. Yo aprendí mucho. Hoy soy más categórica y consecuente con mis deseos.
–¿En qué?
–Me atrevo mucho más, hago lo que quiero sin faltarle el respeto a nadie. Creo que tiene que ver con la madurez, con asumir mis miedos y enfrentarlos. Y amar, amar a mi familia por sobre todas las cosas.
Luego de eso, Ingrid se recuperó. Tenía 18 kilos encima. Pensó en volver a trabajar en Canal 13, estaba con contrato vigente. Las cosas no se dieron y finalmente aceptó la oferta de TVN.
“Necesitaba un cambio, algo drástico y hacer ‘Esperanza’ fue eso y mucho más, recuperé el goce de mi oficio. Hoy actúo sin miedos y me siento libre para hacer los personajes que me gusten”.
Ingrid Cruz siempre fue una buena actriz, pero su salto lo dio en “Machos” cuando interpretó a Belén, personaje al cual ella logró darle una genialidad soberbia.
Luego su carrera fue ascendente, sin embargo llamó la atención cuando decidió irse de Canal 13. Apostó por TVN y su nuevo horario. Tuvo éxito y hoy se incorporó al elenco de la nocturna.
–¿Feliz en la nocturna?
–Me pasan muchas cosas. Hacer la teleserie de la tarde me encantó. Me gustó trabajar para la dueña de casa. En la teleserie vespertina es donde he realizado todos mis trabajos, conozco los códigos. La nocturna es lo que me faltaba, tiene otra madurez, temáticas más profundas, tremendos elencos, pero tengo rollos con la facilidad o la necesidad imperiosa de desnudarse. Lo haría solo cuando la escena realmente lo amerite. Siento que se sobreutiliza el recurso y pierde valor. No tiene que ver con no mostrar las pechugas, sino que hacerlo cuando se necesita.
“Mi mejor amigo y amante”
–Luego del reencuentro con tu papá, ¿retomaste la relación?
–Sí. Lo veía, pero poco.
–¿Y a tus hermanos?
–Me pasaron cosas súper feas con ellos. Toparme con gente que me dijo: “No vuelvas a hablar de mi familia”. Creo que de esa familia solo puedo rescatar a un hermano. Los otros nunca existieron. Fueron poco delicados, por decirlo de una manera educada.
“Cuando murió mi papá, yo estaba esperando a Emilia y eso fue lo que me ayudó a decidir que no quería que ella sintiera lo que yo estaba pasando. Fue muy ordinario, así es que corté todo”.
Su mamá sigue en Antofagasta y es una muy buena abuela. Además, cuenta con la familia de Leo, que según ella es encantadora.
“Con Leo nos topamos en la vida. Es lo máximo. Me quedo corta en las palabras. Es mi mejor amigo y mi amante, pero por sobre todo es mi mejor amigo. Me reta, me mide, me cuida, nos reímos, siempre nos pillamos a las cinco de la madrugada a pura conversación. Eso es maravilloso. El me dio lo más grande: mi familia. Mi amor…”.
Y muestra un tatuaje que tiene en el cuello.
–¿Cómo te cambió la maternidad?
–Me hizo creer en la magia. La Emilia es impresionante. A diario nos abrazamos y nos decimos que nos amamos. Somos los tres. Nos convertimos en un tanque indestructible.
“Cuando ocurrió todo, tenía pavor a que me diera crisis de pánico. La muerte de un hijo es real, pero no hay tiempo para el miedo, es solo dolor, visceral, muy profundo. Pasa, pero sigue ahí. Hoy recién he vuelto a tener ganas de tener otra guagua, sobre todo por mi hija. Ahora estoy gozando a mi marido, a mi hija y mi oficio. Me siento plena y feliz. Con ganas de vivir. ¡Estoy grande!”.
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